En la esquina de tu cuerpo, donde la realidad se imprime con mis dedos,
ahí quiero estar.
De tu perfume, en tu mirada, en tu seda lunar;
cuando los cielos salpiquen y la tierra se reduzca a gotas de ámbar,
entonces te quiero para mi, disoluta, dispuesta, tan cerca.
El frescor de tu lengua, tu vientre que habla sensualidades, tu cabello mortal;
envuelveme, mueveme, regresame, siempre a tu mismo lugar.